
CHAMANISMO




LA VISIÓN TOTALIZANTE DEL CHAMANISMO
Estos momentos culminantes de Ascensión de la Consciencia Humana en el planeta son paradójicamente un retorno a otros tiempos en que el hombre conocía su linaje estelar y divino; su esencial UNIÓN CON LA NATURALEZA QUE LO RODEA.
Eran tiempos previos a la religión institucionalizada, al dominio de la lógica y la razón que nos llevó a tomar caminos separados de nuestra profundidad natural y espontánea.
Es por eso que este camino, propone CONOCIMIENTO Y ACEPTACIÓN de esas partes negadas, sin prejuzgar de antemano que tengan que tener una connotación negativa. En cambio, lo que se busca es que a partir de la incorporación consciente de estas energías y el cambio en nuestra forma de percibir el mundo podamos utilizarlas para nuestro desarrollo personal.
En chamanismo, la magia del amor y la verdad es un fundamento. Conociendo los modos en que se expresan las fuerzas dentro nuestro, podremos moldear nuestro mundo. El chamán en este sentido, es un cazador de señales y símbolos que le presenta su entorno, empleándolos como guía para su desarrollo espiritual (entendiendo que lo material también forma parte del mundo espiritual).
El chamán puede formarse durante su vida, viviendo la vida de un guerrero que acecha constantemente sus partes ocultas, inconscientes; para integrarlas armoniosamente y concientemente en su conducta frente a la vida. Respeta el aspecto salvaje de la naturaleza, y como se sabe parte de ella, trabaja, refina y expresa su esencia salvaje transmutada en fuerza, claridad de intención, sabio manejo de las energías en pos de un propósito guiado por el conocimiento de las leyes que gobiernan el Ser Uno en todas las cosas del mundo.
El sendero del chamán es el sendero de la ascensión.
También se puede nacer siendo un chamán, entonces desde muy temprano ya se siente guiado en este sendero.
Chamánicas han sido por ejemplo la cultura de los druidas, todas las culturas llamadas aborígenes en Latinoamérica, la egipcia, la sumeria, etc. Aún hoy los encontramos aunque vivan en medio de una gran ciudad...
Lo que caracteriza la práctica del chamán es el contacto que tiene con diferentes dimensiones o “mundos”. Realiza este contacto a través del “viaje chamánico”, que es realmente una forma de viajar dentro del cuerpo de luz, lograda a partir de un estado alterado de la consciencia; lo que le permite comunicar enseñanzas, información o traer sanación desde otros planos habitados por Maestros Guías o “aliados”. Este estado alterado de la consciencia se logra con la ayuda del tambor, las maracas y la danza que surge espontáneamente a su ritmo; permitiendo “sintonizar la frecuencia” de los mundos espirituales a visitar, anclando esta experiencia en el cuerpo. La sanación chamánica incluye una práctica denominada “recuperación del alma”: A través de ella, el chamán restituye a la persona partes de su cuerpo álmico que se desprenden ante situaciones diversas de stress emocional, trauma psiquico, enfermedades, duelos, etc. Una vez restituidas estas partes energéticas, la persona recupera su poder personal para restaurar su salud o afrontar los cambios necesarios para lograr el equilibrio psicofísico.
Los cambios son vivenciados instantáneamente o en muy poco tiempo...
El chamán se encuentra firmemente anclado a su Ser Verdadero, a su Ser Uno y esto es un verdadero corredor que lo comunica con el Cosmos y todas sus posibilidades.
Entre otras cosas, su relación íntima con la naturaleza le permite adquirir todo tipo de recursos o poderes llamados “medicina”, que recibe de diferentes animales de poder y que puede luego utilizar en su vida cotidiana para crecer en maestría a lo largo de su camino espiritual.
El chamán fundamentalmente internaliza las características de un animal en particular, asimilando sus virtudes como recursos para crecer.
No es casual que todos los atributos aprendidos por un chamán sean hoy justamente los que caracterizan al estado de consciencia de la quinta dimensión; mundo en el cual el planeta está entrando y con el que nos iremos familiarizando cada vez con mayor intensidad.
Esencialmente, un chamán llega a serlo despertando a la unidad de todo lo existente, y aprendiendo el arte de modelarse como lo haría un escultor con su obra.
Aprendió a responsabilizarse y a hacerse cargo de su propia existencia, conociendo las claves que gobiernan desde los planos cuánticos y aún más allá de ellos...
Pero lo que fundamentalmente lo sella, es su RESPETO, VALORACIÓN y AMOR por la vida y por toda vida… y en razón de esto último refina y embellece su acción en el mundo...
Chamanes somos todos potencialmente. Sólo tenemos que aventurarnos a cambiar viejos acuerdos que tejimos dentro de un sistema de creencias limitante y distorsionador de nuestra verdadera esencia.
El chamanismo invita a recuperar por medio de la sanación de la mente nuestro verdadero poder, nuestra verdadera forma de estar en el mundo, convocando a todas nuestras partes rezagadas por la programación de la cultura.
Expandir nuestra consciencia sabiendo que el límite es algo que nosotros soñamos como real, abrirnos a la vivencia espiritual desde el cuerpo, sintiendo en él la profunda ligereza y elevación que expresa la materia cuando nuestra percepción total cambia...
Hacer real para nosotros el estado de paz y alegría que llegará a conmovernos y que nos llevará a agradecer a cada instante por existir y por todo lo que existe alrededor nuestro y en nuestras vidas: sí... aún aquello que se presente como contradictorio.
Hoy no nos iniciamos como chamanes como en tiempos antiguos, porque ya no hace falta someterse a duras pruebas iniciáticas que desafiaban la percepción, el valor y la aceptación de un aspirante. Hoy sabemos que las pruebas iniciáticas las presenta la vida misma.
Pero la iniciación de un chamán, en el momento que se abre a su propio misterio interior, a aquello que se ha mantenido oculto, es tan sencilla y potente, que conmueve todo en nuestra vida y la cambia para siempre...